jueves, 3 de enero de 2013

El riesgo del ocio

Acontecimientos recientes, como el del Madrid Arena, han puesto de manifiesto el riesgo que supone el ocio juvenil cuando se gestiona sólo con ánimo de lucro y sin velar suficientemente por la seguridad.
Hemos tratado de valorar si esta situación y todo lo que hay alrededor de ella (como lo mencionado recientementemente en una carta al director en el diario "El País", publicada con el título "Es tu hijo"), está representando un riesgo vital grave para los jóvenes en la ciudad de Madrid, y si ello, además, se ha agravado con motivo de la crisis.

Utilizando los datos sobre defunciones por grupos de edad y sexo disponibles en la web del Instituto Nacional de Estadística (INE) para el municipio de Madrid, hemos extraido para los años 2007 y 2011 (último disponible), las defunciones ocurridas en los grupos de edad de 15-19, 20-24 y 25-29 años, y, para el cálculo de tasas específicas hemos utilizado, para la ciudad de Madrid, los datos del INE sobre poblaciones municipales a 1 de enero de cada año, por grupos de edad y sexo, también de los años 2007 y 2011.

Así, de una manera rápida, vemos que en la ciudad de Madrid, en 2007 y 2011, se registraron las siguientes defunciones y tasas específicas por grupo de edad y sexo (tasas por 100.000 habitantes):

Ciudad de Madrid: defunciones y tasas específicas por edad y sexo. Años 2007 y 2011.



Defunciones por grupo de edad
Tasas específicas por edad por 100.000 hab.
2007 15-19 20-24 25-29
15-19 20-24 25-29
Ambos sexos 40 63 90
29,52 34,40 34,95
Hombres 29 48 61
41,99 52,71 47,26
Mujeres 11 15 29
16,56 16,29 22,58
2011






Ambos sexos 28 37 49
20,64 22,42 20,69
Hombres 19 25 35
27,45 30,75 30,47
Mujeres 9 12 14
13,54 14,33 11,48

No se observa por lo tanto, un incremento en las tasas de mortalidad específicas por edad en los jóvenes en la ciudad de Madrid, antes al contrario. Es cierto que en estos cálculos no se contempla que a la ciudad de Madrid acuden a divertirse jóvenes que no son residentes en la misma y que estas cifras representan sólo a los fallecidos residentes en Madrid capital. Tampoco se puede dejar de citar que estas son defunciones por todas las causas (no están disponibles todavía las cifras de fallecidos según causa de defunción para 2011), por lo que no representan exactamente las causas externas, que son las que han originado la preocupación.

Hay que tener en cuenta, además, que los datos de mortalidad sólo representan la parte más grave del problema pero, probablemente, no la más frecuente, ya que sin llegar a tener consecuencias fatales, el riesgo existe, y puede ocasionar otros serios problemas, tanto a los jóvenes, como al resto de los ciudadanos, como muestra la carta al director citada.

Así pues, creemos que, además de alertar (aspecto necesario, pero no suficiente), cada uno (administración y ciudadanía) debe ocuparse (y preocuparse) por lo que le toca (le corresponde). Y, a nuestro entender, hay que ocuparse de:

-La presión que reciben los jóvenes dirigida a un ocio basado en el abuso de sustancias peligrosas. ¿Quién o qué lo impulsa?.
-Las consecuencias para la salud (a corto, medio y largo plazo) a las que se exponen con este modelo de ocio los jóvenes (que hay que recordar que son mayores de edad en su gran parte). ¿Es que sólo tenemos que estar preparados para la emergencia?.
-La necesaria vigilancia de la seguridad (competencia de las administraciones) en las concentraciones de población (jóvenes o no e independientemente del motivo de estas). ¿Sólo nos preocupa, sólo exigimos, cuando hay una catástrofe?.
-El excesivo ánimo de lucro de ciertas empresas dedicadas a la organización de eventos de ocio. ¿Confundimos "emprendedores" con "especuladores" en este ámbito también?.
-La búsqueda de alternativas de ocio saludable. ¿Esto no es responsabilidad de todos? ¿Y qué se hace en este aspecto (o aquí también estamos "recortando")?
-Las molestias que se ocasionan a la ciudadanía en su descanso, con su repercusión también en la salud. ¿Sólo le afectan a los "otros"?.

No parece ser un problema de riesgo de mortalidad, pero sí que afecta a la salud. Y a nuestro compromiso ciudadano.


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